El puente sobre la Laguna Garzón, del que se habla mucho, no existe. Es una idea que, para quienes desean construirlo, solucionaría problemas de transporte o traslado, pero para otros es una amenaza, ya que afectaría negativamente el área que rodea e incluye la Laguna Garzón. Estos últimos creen que es un área que debe ser protegida de las transformaciones del uso intenso de la tierra y el agua. Los motivos argumentados por lo que es necesaria dicha protección son varios. Uruguay Ciencia publica, en este número, un resumen de los argumentos basados en el conocimiento del lugar planteados por Vida Silvestre Uruguay cuando solicitó que la zona de la Laguna Garzón sea ingresada al Sistema Nacional de Áreas Protegidas.
Una nota sobre una investigación que está en marcha sobre lagos poco profundos y arroyos uruguayos, complementa la de la Laguna Garzón, puesto que analiza cómo se pueden afectar los ecosistemas por un mayor uso de los mismos y por el posible cambio climático.
Ofrecemos en este número información sobre un desarrollo tecnológico muy interesante, ya que involucra la ciencia, el arte, la tecnología y la solidaridad, se trata de la creación de pinturas especiales para no videntes.
Y sobre ciencia básica hay varios aportes, todos se refieren a trabajos de uruguayos y todos con importantes vínculos con la ciencia que se hace fuera del país. La lectura de las notas en temas diferentes, como la reproducción sexuada, la cristalografía, y la física de partículas, permite palpar la importancia e influencia de los vínculos verticales, es decir históricos, generacionales y de los vínculos horizontales, tan necesarios para crear.
En particular el descubrimiento de la partícula de Higgs es una muestra del ansia humana por el conocimiento per se. El tamaño de los detectores de las partículas creadas en las colisiones, el tamaño del túnel por el cual se hace circular a las partículas con el fin de acelerarlas para que el choque entre ellas se dé cuando tienen una gran velocidad, dan muestras de una ingeniería tan fabulosa como la de la construcción de grandes puentes como el Golden Gate de San Francisco, o de grandes represas, como la de Itaipú. Pero, a diferencia de estas últimas, la ingeniería aplicada a la construcción del acelerador de partículas tiene un objetivo totalmente diferente, no busca facilitar el transporte de cientos de miles de automovilistas que cruzan un puente por día, ni dar energía a los habitantes de varios países, sino conocer, entender de qué está hecha la materia.
Además, esta gran obra de ingeniería que es el laboratorio del Centro Europeo para la Investigación Nuclear, CERN, como lo fueron antes otros, el Fermilab por ejemplo, tienen como fin detectar partículas infinitesimalmente minúsculas, por lo que los sensores deben ser exquisitamente sensibles, y además selectivos, por lo que hay millares de filtros, colectores, conductores y trasmisores de lo “sentido” a las computadoras donde finalmente se analiza. Para el desarrollo y creación de cada uno de estos equipos hubo y hay, miles de personas que pensaron, construyeron, interpretaron, fallaron, volvieron a construir, volvieron a interpretar… Todo lo que se hace seguramente se reflejará en tecnologías de uso cotidiano en el futuro, pero desde hace muchos años y por muchos más, el motor que mueve al ser humano en este emprendimiento es la búsqueda de conocimiento.