El año de la química sigue en marcha. Motivados por esta celebración, desde la Facultad de Química de la Universidad de la República nos han llegado varias notas para que se incluyan en la revista y así informar a la población algo sobre lo que se hace, cómo se hace y con qué resultados. Incluimos en este número tres de ellas, y esperamos sigan llegando notas aún después de terminado el año en que se hacen esfuerzos especiales para estar a la vista y hacerse conocer.
Estas notas sobre trabajos llevados a cabo por químicos uruguayos, en colaboración con grupos del exterior, describen parte de sus procedimientos, técnicas aplicadas, reactivos, etc., en ocasiones con una terminología desconocida para los no especialistas. Durante el trabajo de edición, realizado conjuntamente con los autores de las notas, se intentó que quedaran explicadas la mayoría de estos procedimientos o al menos que quedara claro para qué se usaban, con la intención de que las notas se volviera legibles para un público amplio.
Aún así, se optó por dejar la descripción de los detalles de técnicas, desconocidas para muchos lectores, porque puede llevar a crear una imagen más realista del trabajo de un químico en el laboratorio. Por ejemplo, decir que hubo que purificar la sustancia obtenida en un procedimiento y constatar mediante análisis complejos la eliminación de la sal agregada, o más adelante secar la sustancia (eliminar el agua) con una técnica que lleva al agua como hielo, estado sólido, al vapor, estado gaseoso, sin pasar por el líquido, no es lo mismo que escribir “se purificó y se secó” dos operaciones que parecen muy sencillas y que en realidad implicaron equipos costosos, cuidados en la manipulación, mucho conocimiento y mucho tiempo.
Algo semejante ocurrió con la nota sobre teledetección de especies forestales a partir de la interpretación de imágenes satelitales. Pasar de un informe científico de cómo se realizó el trabajo a una nota de periodismo científico implicó historiar y explicar muchos procedimientos en la forma más inteligible posible. Aún así, quedaron datos en la nota, sobre qué lugar físico sobre territorio uruguayo se estudió, qué coordenadas tiene ese lugar, qué imágenes se usaron, etc., que pueden parecer innecesarios para la información global presentada, la que era decir que se aplicó una técnica para analizar las imágenes y se lograron resultados positivos. Se decidió no quitarlos porque dan una idea de la precisión necesaria al realizar este trabajo para poder sacar conclusiones, y porque cada uno de esos datos, números, indicaciones de escala, o tipo de coordenadas utilizadas, además de representar el esfuerzo del investigador para obtenerlos, son un logro monumental de la comunidad científica.
En ocasiones una nota de periodismo científico puede verse como una imagen artística, puede tener elementos que son significativos para el autor, pero no para el receptor. Este puede verlos inicialmente como pinceladas, aspectos decorativos, que no interfieren con la apreciación y comprensión del texto. Eventualmente toparse con dichos elementos en otros contextos lo puede llevar a crear asociaciones y a darles un sentido.
Un museo de ciencia tiene un objetivo semejante, que el visitante vea, lea, toque, escuche, asocie y salga con impresiones e inquietudes que, con el tiempo y otros aportes, le permitan lograr la comprensión y, como dijo el director de la Fundación La Caixa y diseñador del museo Cosmocaixa de Barcelona, Jorge Wagensberg, gozo intelectual.
Una buena nueva que anunciamos en la revista es que el mencionado Jorge Wagensberg aceptó asesorar a los uruguayos en la creación del soñado museo de ciencias.